lunes, 26 de enero de 2009

Café express ,cuadruple

Había, una segunda vez...
Y eso que ha pasado el tiempo, más cálido por cierto era. Pedigüeños de tabaco en la boca del Metro, dos parejas sin sincronía, pero con ganas de alejar el mal fario del aburrimiento. Un bruto con fondo tierno, una morena,algo escandalosa,de talle contenido y prieto. Uno "que se deja querer" por una rubia ,amarillo pincel. Con expectativas aún,pero casi ya sin tiempo. Las voces más elevadas,de lo necesario. "Así demostramos al mundo lo felices que somos" deben pensar. Hablan de tener como mascotas a gorrinos, de kilos y canales. Y hacen huir a una puritana, profeta de verduras. Que felices somos, es viernes toca divertirse ,disfrutar e intentar acabar la noche. Si pasamos la prueba del algodón. Para los que no lo sepan,primero follo ,con ganas o no y luego si el abrazo dura mas de 30 segundos. Quedamos para la siguiente sesión. Eso deben pensar.
Miro desde enfrente, para no mancharme el alma en ese lodazal. Casi prefiero un no, que los polvos en la cabeza son siempre mejor.
Hay viajes en metro que duran más que una excursión,cantando con los Padres Combonianos. La diferencia es que no hay regreso,ni bocadillo de salchichón.

A la vuelta cambian los actores, cinco personas bajitas,de español sonoro y rico. Atontándose con los móviles, mas que dedos tenían. Conté yo. Las mujeres olvidas a un lado, y ellos dos molestando, con el sonido altísimo de algo que quería ser una canción.
Los locales de la "noche" a tope ,colas kilométricas de tacón y medias, de hombres pensando "de hoy no pasa,regreso más ligero" .
Con lo fácil que es jugar al pañuelo (como aquí) unos enfrente de otros, mirarse despacio y gritar ACCION, si te dejas atrapar, hablaremos. Si no, corre, que ya me cansaré yo.

Me gusta mirar desde fuera, así no pierdo el rumbo, por unos ojos,por una sonrisa, por un gesto burlón. Y ver, que somos adultos, lo único que hacemos es cambiar el "colegio" por un trabajo. El recreo es la noche,el pozo del fin de semana.
Dejo de centinela al lucero.
Me saluda dos veces.
Por la tarde, Venus.
Al amanecer, se llama agonía.


Una dama de la noche,
al clarear el día,
me regalo una sonrisa,
un "cálido buenos días"
No sé que billete querría.
No tengo el cuerpo para
alérgicas alegrías.
Mi enferma duerme,
complacida.
Te pago un café,
con porras.

Por tu compañía.